Crítica de la obra de teatro 'Lastres'.
Cuando
dos mujeres quedan para charlar, ya sabemos que las posibilidades de que pasen
mil cosas (discutan, se traicionen, se rían, bailen, hablen a la vez…), son
muchas. Y si juntamos a tres ya ni te cuento. Con los hombres pasa lo mismo,
pero todos sabemos que el universo femenino es mucho más complejo. Lucía,
Teresa y Concha se reúnen después de siete años y dos días sin saber apenas
nada las unas de las otras. Cada una era diferente y han llevado sus cargas
todos estos años, ya que lo que les ocurría cuando eran estudiantes les han
marcado en el resto de sus vidas. Conozcamos a cada una.
Antes de
nada, avisar que al principio tienen muchas ganas de verse, pero que poco a
poco van a recordar cómo eran y querrán matarse. Todas tienen algo de víctima y
algo de verdugo. Ana Fernández interpreta a Lucía Ramos (como su papel en
‘Policías, el corazón de la calle’ que se llamaba igual ¿guiño o casualidad?).
Era la gorda de la clase, a la que todos le llamaban “puta vaca gorda” y todos
se reían de ella de cómo comía y cómo corría. Ah, y la actriz tiene el mérito de
comerse un pollo entero y seco en cada función. Según la actriz: “Lucía fue una
mujer obesa que sufrió los abusos de las otras dos”.
Marta
Belenguer es Teresa, la guarra de la clase que sigue con las mismas aficiones,
pues se sigue acostando con todo lo que se mueve. Tiene una voz un poco
peculiar y tiene un perro de peluche al que trata como uno de verdad. Según la
actriz: “Teresa fue la más fresca de las tres”.
Y por
último está Anabel Alonso dando vida a Concha, quien por muy coral que sea la
obra, consigue convertirse en la protagonista de la función. Concha se parece
físicamente y por su voz a Neus Sanz y con la risa de Janice de ‘Friends’. Por
lo demás, pues es un personaje bastante rico: es ladrona, borracha… pero sobre
todo tonta. Tan tonta que permite cualquier chiste en el texto ya que diría
cualquier cosa por lo ignorante y corta que es. Por tanto es alguien que tiene
que ser divertido sí o sí, con quien te mueres de risa, pero porque le cabe
todo tipo de humor, incluso el más absurdo (como que le muerda el perro de
Teresa). Lleva el brazo escayolado porque, según cuenta ella, le pasó algo que
nunca le pasa: se cayó. No obstante, la vemos tropezarse varias veces durante
la obra. Según la actriz: “Concha es una bocazas que confunde crueldad con
sinceridad”.
Ahora se
han reencontrado y poco a poco van a ir descubriendo que sus respectivas hijas
no tienen un cuerpazo y son listísimas, ni son tan guapas que les han cogido
para anuncios ni son listas como para entrar en la Nasa. Sino que una está
gordísima, la otra ya está embarazada sin saber de quién, y la otra es tonta,
pero tonta tonta. No han sabido madurar ni han sabido educar a sus hijas de
otra forma que no sea cometiendo los mismos errores que cometieron ellas y les
destrozaron las vidas. Vamos, que la historia se repite porque además las tres
hijas van juntas ahora.
¿Y por
qué se han juntado ahora? Por un motivo muy claro que tiene Lucía, que es la
que les ha reunido después de tener muchas cosas calladas y con ganas de poner
todas las cosas en su sitio. Descubrirán cómo se sentía cada una y por qué cada
una se convirtió en lo que es cada una. Eso da el nombre a la comedia, con los
lastres de cada una que cuentan en monólogos desahogándose como si no hubiera
un mañana y echándose todo por cara. También el título podría venir por el
doble sentido de que se juntan las tres. Las tres.
Es una
obra muy divertida, con mucho humor y con tres actrices muy grandes que nos
regalan momentazos como el baile del “explota, explota, me expló” de Raffaela
Carrá donde cada una va a su bola pero crean un momento enorme, o como los
diálogos de cuando Concha y Teresa no reconocen a Lucía, o como… así toda la
obra que escrita por Jorge Roelas. De verdad que es muy entretenida y vale la
pena no perdérsela.
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