28 febrero 2013

Lastres: la (ex)gorda, la tonta y la guarra



Crítica de la obra de teatro 'Lastres'.
Cuando dos mujeres quedan para charlar, ya sabemos que las posibilidades de que pasen mil cosas (discutan, se traicionen, se rían, bailen, hablen a la vez…), son muchas. Y si juntamos a tres ya ni te cuento. Con los hombres pasa lo mismo, pero todos sabemos que el universo femenino es mucho más complejo. Lucía, Teresa y Concha se reúnen después de siete años y dos días sin saber apenas nada las unas de las otras. Cada una era diferente y han llevado sus cargas todos estos años, ya que lo que les ocurría cuando eran estudiantes les han marcado en el resto de sus vidas. Conozcamos a cada una. 
Antes de nada, avisar que al principio tienen muchas ganas de verse, pero que poco a poco van a recordar cómo eran y querrán matarse. Todas tienen algo de víctima y algo de verdugo. Ana Fernández interpreta a Lucía Ramos (como su papel en ‘Policías, el corazón de la calle’ que se llamaba igual ¿guiño o casualidad?). Era la gorda de la clase, a la que todos le llamaban “puta vaca gorda” y todos se reían de ella de cómo comía y cómo corría. Ah, y la actriz tiene el mérito de comerse un pollo entero y seco en cada función. Según la actriz: “Lucía fue una mujer obesa que sufrió los abusos de las otras dos”. 
Marta Belenguer es Teresa, la guarra de la clase que sigue con las mismas aficiones, pues se sigue acostando con todo lo que se mueve. Tiene una voz un poco peculiar y tiene un perro de peluche al que trata como uno de verdad. Según la actriz: “Teresa fue la más fresca de las tres”. 
Y por último está Anabel Alonso dando vida a Concha, quien por muy coral que sea la obra, consigue convertirse en la protagonista de la función. Concha se parece físicamente y por su voz a Neus Sanz y con la risa de Janice de ‘Friends’. Por lo demás, pues es un personaje bastante rico: es ladrona, borracha… pero sobre todo tonta. Tan tonta que permite cualquier chiste en el texto ya que diría cualquier cosa por lo ignorante y corta que es. Por tanto es alguien que tiene que ser divertido sí o sí, con quien te mueres de risa, pero porque le cabe todo tipo de humor, incluso el más absurdo (como que le muerda el perro de Teresa). Lleva el brazo escayolado porque, según cuenta ella, le pasó algo que nunca le pasa: se cayó. No obstante, la vemos tropezarse varias veces durante la obra. Según la actriz: “Concha es una bocazas que confunde crueldad con sinceridad”. 
Ahora se han reencontrado y poco a poco van a ir descubriendo que sus respectivas hijas no tienen un cuerpazo y son listísimas, ni son tan guapas que les han cogido para anuncios ni son listas como para entrar en la Nasa. Sino que una está gordísima, la otra ya está embarazada sin saber de quién, y la otra es tonta, pero tonta tonta. No han sabido madurar ni han sabido educar a sus hijas de otra forma que no sea cometiendo los mismos errores que cometieron ellas y les destrozaron las vidas. Vamos, que la historia se repite porque además las tres hijas van juntas ahora. 
¿Y por qué se han juntado ahora? Por un motivo muy claro que tiene Lucía, que es la que les ha reunido después de tener muchas cosas calladas y con ganas de poner todas las cosas en su sitio. Descubrirán cómo se sentía cada una y por qué cada una se convirtió en lo que es cada una. Eso da el nombre a la comedia, con los lastres de cada una que cuentan en monólogos desahogándose como si no hubiera un mañana y echándose todo por cara. También el título podría venir por el doble sentido de que se juntan las tres. Las tres. 
Es una obra muy divertida, con mucho humor y con tres actrices muy grandes que nos regalan momentazos como el baile del “explota, explota, me expló” de Raffaela Carrá donde cada una va a su bola pero crean un momento enorme, o como los diálogos de cuando Concha y Teresa no reconocen a Lucía, o como… así toda la obra que escrita por Jorge Roelas. De verdad que es muy entretenida y vale la pena no perdérsela. 

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