Casi un año después de que acabara la
segunda, ha llegado la tercera temporada de ‘El barco’ con el anuncio de que
llegaban a tierra. Al volver en el mes de noviembre, la gente se esperaba ya la
llegada al edificio o incluso a la isla, y lo que se encontró es que los
capítulos eran igual que en la tanda anterior. Lo que ocurrió es que quedaban
tres episodios por emitir, y los han puesto como los primeros de la tercera,
por lo que esta temporada comenzó realmente en el cuarto capítulo, con la
entrada de todos en el rascacielos.
Como mucha más gente, yo dejé de ver
la serie en los primeros episodios de la segunda temporada por un motivo muy
claro que he comentado varias veces en este blog, y es que no me sorprendían
nada ya las tramas y me cansaba ver siempre la misma estructura de “viene una
catástrofe – todo se va a la mierda – agarraos que vamos a morir – ya está,
solucionado”. Y al capítulo siguiente otra vez lo mismo, pero cambiando
sardinas que llueven, medusas que nadan o cataratas a las que nos acercamos.
Pero esto ha cambiado y es por lo que estoy contento. Y oye, la he vuelto a
retomar.
En esta tercera temporada, han
conseguido tirar la estructura a la basura y no tener una nueva, sino que van a
jugar con tramas horizontales fuertes que nos atrapen y nos dejen con la miel
en la boca al acabar cada capítulo, una especie a lo que hacía en su día ‘El
internado’ y por eso funcionó tan bien. Los de ‘El barco’ deben haber escuchado
las quejas y se habrán dado cuenta de que cada vez gustaba menos su serie, pero
con este cambio creo que han conseguido ir a mucho mejor.
El problema es que cuando uno deja
una serie porque le aburre en su día, aunque ahora ya no lo sea, difícilmente
se vuelve a enganchar y se convierte en un espectador fiel. Yo lo he hecho
porque las incorporaciones y temas me parecían atractivos y la verdad es que ha
sido un acierto. Además era una serie que parecía que desde el día que se
estrenó ya iba con fecha de caducidad porque la trama se acabaría, pero saben
cómo evolucionar.
Eso sí, si las comparaciones con
‘Lost’ ya eran obvias, ahora lo son mucho más. Con la llegada de la tercera
temporada, también llegan “los otros”. No estamos solos en la tierra. También
acabamos de descubrir que todos los que están en el barco no es por casualidad
sino que son “elegidos”. Además, han comenzado ya a meter los flashbacks que
nos van descubriendo su pasado para conocer por qué son como son en la
actualidad. Aunque también es cierto que algunos no son muy convincentes. Que
aparezca Camilo como padre de Palomares punky diciéndole que es el diablo,
después que salve a un niño de ser ahogado y decidir por eso convertirse en
cura… no me convence. Llegada de “los otros”, que sean “elegidos” y uso de
flashbacks son demasiadas similitudes. Aun así y sabiendo que la serie nunca va
a ser como la de la isla de Hawaii, si te metes en las tramas y te enganchan
los personajes, ‘El barco’ consigue cuanto menos, entretener.
Para concluir, quería acabar con una
curiosidad que me hace gracia. El personaje de Valeria siempre ha sido un poco
maldito, y es que en las series de Globomedia para atraer a todos los públicos,
hay que meter a personajes de todas las edades. Pero la niña en ‘El barco’ era
una cagada porque no tenía a nadie de su edad con quien compartir tramas. Ahora
lo han solucionado con la llegada al edificio porque ha encontrado a un niño de
su edad y por fin va a tener alguien con quien le puedan pasar cosas. Pero
mientras arreglan lo de la niña, va y ponen a un abuelo, Héctor Alterio. Pues
nada.
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