17 febrero 2014

Entrevista a Paula Echevarría



Paula Echevarría regresa esta noche a la pequeña pantalla con la serie 'Velvet' junto a Miguel Ángel Silvestre capitaneando un gran cartel de actores. La actriz nos cuenta cómo es su personaje, cómo se ha metido en los años cincuenta, cómo era la moda de entonces, y cómo se lleva con el resto de sus compañeros. También aprovechamos para hacer un repaso a los personajes que ha interpretado en otras series. 
"Cuando estoy cansada pienso: 'Mira dónde estás, cómo estás, y con quién estás', entonces me vengo arriba y saco energía de donde sea" 
Se está diciendo mucho que ‘Velvet’ es una serie para mujeres.


Sí, pero no es malo. Una historia de amor le gusta a todo el mundo, puede que los hombres renieguen más,  pero les encanta. David (Bustamante) es de los que lloran al final de una película romántica. Yo creo que esto es algo que disfrutamos todos y que también está bien ver algo que sea “esto y ya”; que todas las complicaciones que vengan sean entorno a ellos. Y luego va a haber muchísimas más historias en la serie, muchos personajes, y muchas tramas, que algunas serán de amor, otras de desamor, otras mucho más oscuras… al final hay un poco de todo, que es lo que hace que la gente se enganche. 
¿En qué se parece Paula Echevarría al personaje de Ana Ribera?

En que es muy pasional. Ana nunca está en un standby, siempre le está pasando algo, o bueno o malo, pero lo vive todo con tal intensidad que da muchísima importancia a todo. Entonces está muy arriba, está muy abajo, pero nunca está triste como mi personaje en ‘Gran Reserva’, que a pesar de tener coraje para salir adelante, siempre estaba muy alicaída. Ana es genio y figura hasta la sepultura. Lo vivo todo a tope. 
Viendo tu trayectoria en televisión con éxitos como ‘Gran Reserva’ o ‘El comisario’, nos damos cuenta de que todos tus personajes son muy intensos.


Sí, pero aquí me vais a ver reírme, y disfrutar de la vida, porque Ana disfruta mucho de todo. Yo digo que es una historia de amor vivida desde la naturalidad. Reaccionamos los personajes de Ana y Alberto como reaccionaría cualquier persona. No está hecho para que quede bien ante todos los ojos, sino contando cómo sería un amor real. 
Compartes el amor por la moda.


De diferente manera. La verdad es que el vestuario de esta serie es espectacular, y estamos disfrutando todos muchísimo, no solo yo. Hay épocas que son más feítas, pero es que los años 50 es una época muy bonita, muy visual. Todo: los coches, la puesta en escena, el vestuario… Los años 50 sienta a todo el mundo de maravilla, todos estamos elegantes, hasta cuando voy de costurera pobre, es femenino teniendo un punto más allá. Eso ayuda mucho a crear el personaje. 
Y además del vestuario, el maquillaje y la peluquería… ¿Tu personaje lleva peluca?


Bueno, no es peluca, es como un flequillo postizo y en algún sitio más, pero también es muy típico en los años 50 el mundo de las pelucas… Aunque aquí hago como que es mío, no es que me ponga la peluca todas las mañanas para bajarme al taller. El maquillaje es cara lavada prácticamente, porque es una trabajadora y está todo el día en el sótano de unas galerías cosiendo y tampoco puede ser mucho más espectacular. Personajes como el de Manuela Velasco lucen más y son más bonitos a la vista, pero es una época muy bonita para trabajar en ella. 
¿Cómo has hecho para adaptarte a esa época?


Hay muchas diferencias, no sólo de vestuario y peluquería. La relación con mi tío, por ejemplo, es una relación que hoy en día sería muy distinta. Es el respeto absoluto que se le tenía aunque tuvieras unos 28 años que es la edad de mi personaje, y ese temor por la barrera tan grande que había entre tus superiores y tú. Eso hay que tenerlo muy presente todo el rato. Eso hace que los personajes estemos muy contenidos y eso tenemos que trabajarlo ante el personaje de José Sacristán, de Aitana… que exige un respeto que antes existía y que ahora  no tanto.

¿Y en la relación de amor con Miguel Ángel?

Hombre claro, todo es más recatado.  En el primer capítulo se le da importancia al padre de él para que quede claro de dónde viene su personaje y de dónde viene el mío, pero luego no.  Luego nos encontramos con una historia de amor. Somos dos personas de mundos distintos en el mismo edificio, él arriba y yo abajo, pero se centra en cómo viven ese amor. Lo que me gustó mucho es que fueron su primer amor con lo bueno y con lo malo. Tendrán sus momentos y sus cosas pero las relaciones se vivían de otra manera. No te enfrentabas a la vida como te enfrentas ahora.

Vamos, que no habrá una pasión desbordante…

Hombre, ellos tienen su pasión a solas, evidentemente. La gente antes tampoco era tonta y tenían sus momentos de intimidad, pero sí es verdad que cara al público había un comportamiento muy distinto al que podría haber ahora. 
¿Qué te llamó la atención de trabajar con Miguel Ángel?

Que es muy transparente. No nos conocíamos, y con él, lo que ves es lo que hay, es muy espontaneo, cariñoso, buen compañero, siempre con palabras bonitas… es muy agradable trabajar con él. 
¿Hay presión o miedo por todas las expectativas que se están creando de la serie?

No, estoy nerviosa, pero porque me pongo nerviosa con cada trabajo que hago en mi vida. Tengo ganas de que se vea y de ver la reacción de la gente. 
¿Cómo es una jornada en la grabación?

Pues una jornada normal es levantarme a las 5:15 de la mañana, recogida a las 6 aproximadamente para estar a las 7 menos algo en plató, empezar el proceso de maquillaje, peluquería y vestuario, y a las 8 en punto estar ya rodando. Sin parar, sin comer. Hay pases de texto, los directores están siempre pendientes de que no tengamos dudas y estemos cómodos. Hay veces que empiezas una secuencia de una manera y la acabas completamente de otra, porque todos aportamos y trabajar así es muy cómodo. Normalmente grabamos sin parar hasta las 4, y ya comemos después, al terminar. Cuando son exteriores puedes acabar a otra hora, o que sea nocturno… Hay días que estoy muy cansada y a lo largo de la semana se va notando, pero cuando tengo estos momentos, siempre pienso “mira dónde estás, cómo estás y con quién estás”. Me vengo arriba y saco la energía de donde sea. 
¿Qué tal trabajar con Sacristán?


Yo me he enamorado de Pepe, lo digo abiertamente. Es una persona tan agradable de tener cerca y como actor es una pasada. Yo siempre he sido muy fan, y se muere de risa porque le digo que soy seguidora de ‘Cine de barrio’ y por eso me he visto todas sus pelis. Hay trozos que hasta le puedo decir los diálogos, y él se parte. Como persona es que es para quererlo y no parar. Es muy agradecido con todo; tiene una ilusión como la mía o mayor; muchas veces me recuerda a Ángela Molina cuando trabajaba con ella, que son gente que alucinas de que sigan teniendo ese brillo en los ojos antes de empezar y esas ganas. Por otra parte es muy humilde y muy agradecido.


Para acabar, comentaron en TVE que la marca de ‘Gran Reserva’ todavía no estaba cerrada.

Yo me alegraría mucho sinceramente de que no se acabara, por todos los compañeros, por el cariño que tengo a la serie… Yo nunca quiero que una serie acabe, que a una serie le vaya mal, disfruto de los éxitos de cada una de ellas, y porque la vida da muchas vueltas y no sabes en cuál vas a terminar tú. Mientras haya cabida para todos…

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