12 abril 2014

Los dragones no pueden ser domados


Crítica del estreno de la 4ª temporada de 'Juego de Tronos' 
Lo llevábamos esperando meses. Los últimos acontecimientos de la tercera temporada nos dejaron con ansias por saber cómo se iban a desarrollar más adelante. Ya anunció hace meses la HBO que a partir de la cuarta temporada las tramas de los personajes iban a dar unos cuantos giros con respecto al libro para hacer una ficción más completa y no sólo una adaptación. Así que los fans que piensen que ya saben lo que va a pasar “porque se leyeron los libros antes que tú y de que estuviese de moda 'Juego de Tronos'” vamos a llevarnos unas cuantas sorpresas en la serie. ATENCIÓN, SPOILERS DE LA CUARTA TEMPORADA A PARTIR DE AQUÍ
La temporada comienza con fuerza mostrando a Tywin y a Jaime, padre e hijo, reencontrados después de mucho tiempo. Funden la espada del difunto Robb Stark, una magnífica metáfora que hace más palpable que el Rey del Norte y todo lo que representaba ha muerto para siempre. En estos momentos los Lannister vuelven a tener el poder absoluto y no hay ningún aspirante a rey capaz de plantarles cara. Jaime, el mejor espadachín de Poniente, perdió la mano que le ayudó a mantener ese título, por lo que deja de ser de utilidad como caballero y su padre le ordena salvaguardar Roca Casterly, casarse y tener hijos. Algo a lo que no está dispuesto, ya que eso le obligaría a separarse del amor de su vida, su hermana Cersei. 
Entre los nuevos fichajes tenemos a Oberyn Martell, más conocido como la Víbora Roja. Es el príncipe de Dorne, el reino más al sur del continente, donde el clima es tan árido que ha habido estaciones en que apenas ha llegado el frío. Aunque este invierno tiene toda la pinta de que vaya a acercarse y bien fresquito. Durante la escena que protagoniza, no exenta de pechos, descubrimos que su odio hacia los Lannister no es fortuito: Tywin Lannister mandó al hermano del perro violar a su hermana Elia y después partirla en dos de un mandoble y asesinó a sus hijos. La mujer que vemos junto a él y con la que comparte aficiones en el burdel es su amante Ellaria Arena, una bastarda que le acompaña sin vergüenza en un mundo donde no tener apellidos nobles es lo peor que hay ya. 
Son momentos en los que la casa Lannister cree vivir un período de relativa seguridad cuando se intensifican los problemas sentimentales. Después de todo por lo que ha pasado Jaime para volver a casa y poder reencontrarse con Cersei descubre que nadie le ha recibido con los brazos abiertos. Jaime va a la guerra, le secuestran, consigue huir, le cortan una mano, supera un sinfín de adversidades, recorre medio continente para volver a verla, y su querida hermana le echa en cara que ha tardado demasiado. Sí, demasiado tiempo aguantándote a ti, guapa. 
Otra pareja que no está pasando por su mejor momento es la de Shae y Tyrion. La entrañable relación que tenían se vio truncada capítulos atrás cuando a él le forzaron a casarse con Sansa, por lo que tuvo que mantener distancias con su amante para que no le cortaran la cabeza a la puta (con perdón, pero es su profesión). Cosa que parece no entender y sus celos crecen exponencialmente, así que ya veremos en próximos capítulos cómo avanza este amor imposible. 
Reconozcámoslo, Sansa ha sido desde el principio uno de los personajes más aburridos, tanto en la serie como en el libro. Pero voy a romper una lanza a favor de ella diciendo que es uno de los personajes más complejos y de mis favoritos. Al principio la vimos como una princesita ingenua que esperaba casarse con un rey bondadoso, recitar canciones de caballeros y tener muchos hijos rubios y guapos. Vamos, una princesa Disney en toda regla. Pero desde que presenció cómo decapitaba a su padre a la pobre no le ha pasado nada bueno. Y eso la ha curtido hasta el punto en que la Sansa de Invernalia no tiene nada que ver con la que vamos a ver a partir de ahora. La Sansa madura es fría, desconfiada, se ha construido un escudo con el que poder defenderse de todos los que han estado aprovechándose de ella y haciéndola sufrir por placer. 
Una de las cosas que más nos gusta de Juego de Tronos son los dragones. Las secuencias con Daenerys rara vez son aburridas y esta vez cumplió las expectativas. Los dragones van creciendo temporada a temporada y en ésta vemos a ‘la reina Shakira’ acariciando a un tranquilo Drogon que de repente parece revelarse a su madre y plantarle cara. Ya le advirtieron que los dragones no se pueden amaestrar y son bestias salvajes, así que ya veremos cómo avanzan los acontecimientos y hasta dónde llega el instinto de un dragón cuando su madre humana se pone por delante. 
También se nos presenta Daario Naharis con un nuevo rostro. En los libros lo representan con el pelo azul, bigotes dorados, prendas extravagantes y apuesto. En la temporada anterior decidieron darle un look menos colorido y Ed Skrein lo interpretó como un joven rubio con el pelo largo y liso. Pues esta temporada ha vuelto a cambiar el actor por Michiel Huisman. Vamos, que como en la siguiente temporada elijan a otro actor creo que ya sabremos cuál es el paradero de Jaqen H’ghar, el Hombre sin Rostro. 
Pero sin duda la guinda del pastel fue la escena final de Arya y el Perro. En Juego de Tronos nada es lo que parece. Vale que Arya quiere matar al Perro y no le ha dedicado una palabra bonita en toda la serie, pero también se ve que la tensión que había entre ellos se ha relajado. Y las cosas como son, el Perro cada vez nos cae mejor a pesar de tener ese código de moralidad tan peculiar. 
Sin duda la cuarta temporada de Juego de Tronos no habría podido empezar mejor. Nos han mostrado a la gran mayoría de personajes principales (no olvidemos a Hodor) y nos han presentado a algunos nuevos personajes que seguro tendrán peso en el desarrollo de la historia.  Oberyn Martell ha abierto una puerta a Dorne para que podamos conocer algo más del reino del desierto y que muero de ganas por verlo en pantalla. Ha vuelto a sonar Las lluvias de Castamere que a más de uno le habrá puesto los pelos de punta recordarla. Los dragones cada vez son más imponentes. Y lo mejor: por fin se acerca el invierno.

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