25 mayo 2012

Cuando cogí el mando, por Ángel Caballero


"Los actores matábamos por un caramelo de menta"

En el rodaje de ‘Carmina’ pasaron mil cosas, mil aventuras y mil anécdotas, por lo que es difícil quedarse con una, pero ésta puede que sea la que me saca la sonrisa más grande cada vez que la recuerdo: Llevaba varios días ya, siempre me tocaba trabajar a horas tempranas de la mañana, pero ese día, por fin, mi hora de recogida estaba prevista para las dos y media de la tarde, aunque como en cualquier rodaje, todos sabemos que estas horas están abiertas a cambios. Una mañana, muy temprano, cuando yo aún dormía, sonó mi teléfono: “Ángel, te necesitamos para rodar un poco antes, tus secuencias se han adelantado, porque como puedes ver está lloviendo y hemos tenido que dejar las de exteriores para otro día”. Entre bostezos respondí: “Tranquilos, no hay problema. ¿Cuándo tengo que estar listo?” Y fue ahí cuando, desde el otro lado del teléfono, me dijeron: “¿En cinco minutos?”.


A mi lado, lo que hacía Flash no era nada. Creo que me duché en dos minutos, desayuné en tres y me vestí en medio segundo para poder estar listo a tiempo. Cuando llegamos a la localización elegida para ese día, que estaba como a una hora de Madrid, pasé como un relámpago por vestuario, maquillaje y peluquería, cuando el proceso de caracterización de mi personaje solía llevar algo más de una hora, y nos dispusimos a rodar. La tormenta que estaba cayendo fuera era tan fuerte que en el micro se escuchaba más que nuestras propias voces, por lo que hubo que esperar a que escampara. En una de las pocas treguas que nos concedió el tiempo volvimos a hacer un segundo intento, pero éste también fracasó cuando un técnico resbaló con el suelo mojado y tuvo que venir la ambulancia para llevárselo. Empezó a llover otra vez, así que aprovechamos para ir a comer. El menú era una maravilla: ensalada, filetes y unas deliciosas berenjenas bañadas en salsa de ajo blanco. Terminamos el almuerzo y volvimos al trabajo.
Mi compañera, Ana Caldas, y yo teníamos una de las secuencias más importantes de la mini serie, la separación de Carmina y Paquirri. Había que estar muy juntos, un paso más y chocábamos, y ahí el ajo blanco nos jugó una mala pasada. No había dentífrico que consiguiera quitar ese olor tan inoportuno. Por suerte, las cámaras no recogían el olor, porque mientras nuestros personajes hacían la versión cañí del final de “Tal como éramos”, haciendo balance de lo que había sido su relación, cómo serían sus vidas a partir de ese momento y, de algún modo, despidiéndonos… los actores matábamos por un caramelo de menta... Finalmente la toma fue buena, Miguel Albaladejo dijo eso de “¡Corten!” y éste se quedó como uno de los recuerdos a los que le tengo tanto cariño de un rodaje que no olvidaré nunca.

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